jueves, marzo 22, 2012

Eso sobra... zozobra... zozobra

Estábamos en la clase de Métodos Numéricos. Computación. Exactas. Universidad de Buenos Aires.
El profesor, un cráneo. Era decano de Exactas además de dictar esa materia.

Los computadores sabemos mucha matemática desde el punto de vista de una persona que no es de Exactas, pero para un matemático parecemos los monos de Odisea 2001 cagándose a femurazos.

Veíamos autovalores y autovectores en matrices. Matrices ortogonales y ortonormales y creo que estábamos en matrices de Reales. Nos habían mencionado matrices de Complejos y nos habían dejado los pelos de la nuca sintiendo el hálito de un violador imaginario.

El profe no se andaba con vueltas "apolillando" los teoremas (como decía el querido Emmet Brown). Estaba resolviéndolos. Hacía seis o siete cambios de variables y pasajes de términos entre renglón y renglón. Estaba complicado.

El pizarrón mostraba tres ecuaciones. De la primera a la segunda había un salto imposible. Y de la segunda a la tercera un salto más lejano. Yo estaba perdido más lejos de lo que se podía recuperar con un par de preguntas, así que me puse en modo fotocopiadora y decidí no retrasar a la clase con preguntas de alumno perdido.

Una voz del fondo dice "Profesor... no entiendo lo que hizo para pasar de la primera a la segunda".

El profe mira el pizarrón tres segundos y medio. Caza el borrador y borra todo el segundo renglón, considerándolo innecesario.

—Usted tiene razón. Esto sobra,— decreta.

Se da vuelta y, enojadísimo, empieza una queja sobre lo innecesario y estúpido que es poner pasos intermedios en las demostraciones y casi nos putea por ese motivo. Motivo que había generado él.

Lejos de responder la consulta del alumno al que no le daban las piernas para saltar los huecos de fórmula a fórmula, le quitó el escalón intermedio y lo dejó caer al vacío de la ignorancia.

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