miércoles, diciembre 29, 2004

sábado, diciembre 25, 2004

Odios escalados

Me han dicho que de viejo seré un "viejo muppet". Seguro que así será.

Odio a la gente que ama en exceso a los animales.
Odio a la gente que ama en exceso a los animales y me lo cuenta.
Odio a la gente que ama en exceso a los animales y me lo cuenta durante tres horas.

Próspero

Todos deseamos tener una noche de paz.
Deberíamos permitirle lo mismo a la palabra "próspero".

viernes, diciembre 24, 2004

jueves, diciembre 23, 2004

Palomeca

¿Los palomos en celo se desvelan?

No hay nada más antiporno que un palomo, diría ella.

Pitufo gruñón a la ene

1. Los comerciales con "niños tiernos"

Los niños son tiernos cuando se descuelgan con una ocurrencia. Cuando
la ocurrencia viene de un adulto y en el medio del set de grabación el
pendex ya la practicó setecientas veces, no es para nada tierno. Es
más, me dan ganas de cometer asesinato. Pendecidio.

Y si son del estilo cancherito, peor de peores.

Especial especial

Me gusta la gente que agradece antes de preguntar por qué.

miércoles, diciembre 15, 2004

Silen-cio!

Hoy me imaginé con 80 años, tratando de explicarle a mis nietos que antes los autos hacían RRRRRRRRRRRRRRRRR en lugar del ssssssssssssssss de los autos eléctricos que conocerían ellos.

A ver si nos ponemos las pilas, eh! que hoy en Panamaricona la cabeza casi me estalla.

lunes, diciembre 06, 2004

Granito

Llegó del trabajo cansado, fatigado, malhumorado a pesar del hermoso trabajo que tenía.
Vino corriendo. Corriendo la carrera del relax. Esa carrera histérica en la que ganaría el primero que se detuviera a pensar, y tras pensar se detuviera. Entró a su hogar dulce hogar y se sacó las zapatillas, y tuvo su momento de ocio, de soledad, de silencio. Le duró cinco minutos.

No lo resistió, y se asomó a su ventana. Los vecinos de siempre. La menuda señorita habilidosa estaba pintando un hermoso cuadro. Casi más hermoso que todos los anteriores. En el pasado hacía uno por día, y actualmente lograba dos. Uno más lindo que el otro, y siempre distintos. Sobre todo distintos.

La regordeta señora de pasteleros encantos se afanaba en la creación de una torta que parecía desafiar varias leyes físicas. La boca se le pobló de líquidos deseos.

El parcimonioso señor del último piso estaba como siempre con amigos. Saboreando el momento. Agradando y disfrutando. A la noche, cuando la brisa fuera suficientemente fresca como para merecer las caricias de su saxo, saldría al balcón y tendría una nueva melodía en su repertorio. Ese repertorio misterioso alimentado en momentos inexistentes.

Con la excusa de tener un momento introspectivo cerró la persiana. En realidad lo que le molestaba era el brillo exterior.

Se sentó frente al bloque de granito. El martillo le pesaba en la mano derecha, y el cincel lo sobresaltó cuando cayó al piso. Miró el enorme prisma durante largo rato. Lo vio tornar en torta; luego, en el bosquecillo que había visto en ese cuadro novedoso; pero nunca pudo tornar en melodía. El granito sólo podía tornar en melodía en la dimensión del señor parcimonioso.

Luego de dos horas se fue a dormir. Su vacío interior le pesaba más que el bloque de granito, tan completo como lo había comprado hacía un mes, en el medio de su living.

Mañana volvería a la carrera para observarlos nuevamente. Sólo a ellos tres. Mirar a otro vecino le daba vértigo. Vértigo y más trabajo, seguramente.

domingo, diciembre 05, 2004

Gata peluda

Desde mi infancia no veo una gata peluda.
Cuando la ví hoy al salir al jardín de mi casa casi me dieron ganas de tocarla, para verificar si ese dolor que recuerdo de mi niñez era tan espantoso o no.
No lo hice.
Le saqué una foto. Que en breve andará por buzznet aquí abajete a la derecha.
Y rejuvenecí una buena porción de mi memoria.