jueves, febrero 03, 2005

Diplomacia letal

Los señores que programan los carteles luminosos con mensajes de hondo contenido moral y social en la Ruta Panamaricona (cuyo nombre oficial es Autopista Ingeniero Pascual si-te-distraés-te-pegás-el-gran Palazzo), tienen ese uso de la tecnología que se ha dado en llamar "enrevolutamiento icónico" (son harto conocidos los casos de diseñadores de páginas de internet que han caído en este vicio que es un flagelo para la sociedad toda).

Hay tres renglones disponibles que los escritores de carteles usan para poner, por ejemplo "no tire residuos en la calzada" o "no sea gil, asofrénese que la calzada patina que da calambre", etc.

Estos señores (o señoras, por qué no) soy muy correctos, y saben que el automovilista, en ese estado extático tribilinesco del que es presa durante el "commutting", será más accesible si se le da un trato cordial y ameno, y se recurre a un pedido quasi-suplicante en lugar de a una imperativa directiva vertical.

Tal es así que agregan el utilísimo "por favor", porción de mensaje que provoca un desborde (u overflow, para los endendidos del ambiente burububú doble plus pato habla). Esto implica que el mensaje debe partirse en dos "pantallas", que conmutan a intervalos regulares. Durante 10 segundos puede leerse el "por favor" y durante otros 10 segundos el "circuleconprecauciónquesehandadolagranhostiaenelkilómetro25".

El superdominguero que, valiéndose del permiso de circular a 130 Km/h y basado en el márgen del radar que oscilaría en un 10%, viene conduciéndo a 145 Km/h (lo que técnicamente se define como "a los gomazos"), rara vez tiene ocasión de observar ambas pantallas, ya que ciento cuarenta y cinco dividido tresmil seiscientos por mil da unos cuantos metros por segundo, que multiplicados por los diez segundos que el cartel está con el inutilísimo (satelital) "por favor", resulta en diez veces esos cuantos metros, que supera ampliamente la visibilidad del superdominguero medio.

Conclusión: gracias a la ley de probabilidades y a la de la mala leche y junto con la de la máxima cagazón, y por último la de los grandes números, denuncio que tal estrategia bipantallil temporizada es producto de la mente penetrada por la cultura marquetinera de una sarta de gansos de chacra que no razonan con practicidad, puesto que el cartel tenderá a dar cero información durante todo el período en que el motorista (gay) circule dentro del rango de visibilidad de su anuncio.

Macho, pongan simplemente el cartel fijo ahí y santo remedio.

Y otra cosa: ¿Por qué usar vocablos correctos cuando se pueden usar palabras entendibles y conocidas? ¿Por qué hablar de calzada y no de pavimento, ruta, piso?

Decí que ya me dio sueño y no me acuerdo ahora otros ejemplos, que si no...

5 comentarios:

b. dijo...

(diplomacia letal 2/2005) peores son los de la ruta 2, con un renglón que alterna USE/CINTURÓN, Hermano, con lo que te cobran el peaje inviertan en una pantallita más grande que les dé pa' poner todo junto!

Racter dijo...

O que usen la pedestre solución clásica, como estos amigos

b. dijo...

(diplomacia letal 2/05) Ups! tenés una goma a mano?

Anónimo dijo...

Oí por primera vez de la ley de Murphy, o de Finagle, o de la maldición, en la película Le petit soldat (Jean-Luc Godard, 1963), que aquí se llamó El soldado. Uno de los personajes, que esperaba lo más desfavorable en una fuga desesperada, mencionó le loi de l'emmerdment maximum, que tradujeron como la ley de la máxima cagazón, nombre que usamos sólo tres personas en el mundo y aparece una sola vez en Internet.

Nick

Racter dijo...

Me siento cagazonadamente honrado