sábado, mayo 28, 2005

Sobremesa física: Ge cero.

En el entrenamiento de astronautas, existe una etapa en la que deben practicar las maniobras de equilibrio dentro de una cabina en ausencia de gravedad. A la vez que recuerdo las paredes llenas de botonitos de los módulos espaciales de las películas de ciencia ficción, imagino al señor A.B., quien fue mi jefe y ahora es coordineta en mi oficina, quien es una oda a la torpeza motriz mezclada con una absoluta irreverencia hacia los objetos del entorno, levitando y dando culazos y codazos a toda palanca que esté a su alcance.

Dado el costo de poner una nave espacial en órbita a los solos fines de entrenar a los astronautas, el entrenamiento se realiza en aviones que practican la Maniobra de Gravedad Cero. La maniobra consiste en llevar el avión a una altura razonable y luego seguir la trayectoria del tiro oblicuo. Si uno tira por el aire un frasco con una piedra adentro, inicialmente la piedra irá en el fondo, pero luego se independizará totalmente del frasco, eventualmente chocando contra algún vidrio dependiendo de los giros, pero mucho tiempo "flotando" en su interior, si pensamos en coordenadas relativas al frasco.

Tal maniobra se utiliza para que -durante un breve lapso- los pasajeros del avion se sientan flotando en medio del avión y practiquen su flotación.

Los letrados suelen usar la maniobra de G cero para servirse polenta con tuco sin acercar el plato a la fuente. Gracias a esta destreza, el comensal balancea verticalmente el cucharón sobre la olla de salsa para que el peso de los "cachos grosos" venza la cohesión típica de una salsa aceitosienta cayendo a la olla con un son de "ploch". Acto inmediato seguido realizan la curva de G cero, que tiene una aceleración importante al inicio, que produce que tantos otros trozos caigan en la olla, luego tiene una etapa en que los cacho e carne flotan en derredor del cucharon como astronautas en entrenamientos, para finalizar en una frenada cuasivertical sobre el plato, con sus respectivos ploch y salpicaduras.

Sólo los valientes realizan la maniobra de G cero en frente de un ojo crítico, policial y escéptico como el de una distinguida latinista, harta de soluciones dinámicas a problemas sencillos. Ante el menor desliz de un cubito de carne que se independice de la trayectoria estipulada y caiga en algún vaso, mantel o escote, gritará un ¡Agustíiiiiiiiiiin! que enceguecerá a la audiencia (porque uno cierra los ojos cuando se aturde, vaya a saber por qué). El maniobrador sentirá el peso de la derrota. Otras faltas menores como salpicaduras excesivas en el destino serán también fruto de reprimendas pero dejarán al autor de la maniobra en el más alto de los podios, adorándose tras la maniobra exitosa.

Huelga mencionar que una aceleración excesiva en el comienzo resulta en el tuco volando por el aire y aterrizando en la ventana, o con peor suerte en la cortina. Aterrizajes en la frente del manipulante (afrentizajes, o simplemente afrentas) son menos penadas, en virtud de los límites de jurisdicción entre cortinas y frentes, y por la alta probabilidad de que esa frente tenga ya un raviol de la semana pasada y un poco de dulce de leche de las últimas vacaciones.

Invitamos a los lectores a practicar la maniobra de G cero, que desde el punto de vista del público resulta más veloz y de curvatura más cerrada de la que uno supondría al leer la teoría.

Emocionados recibiremos comentarios sobre el éxito o fracaso de la misma.

Nota de la redacción: Hemos llegado a la conclusión de que "afrentizaje" es más correcto que "afrenta", que nace del gesto de decir algo de frente. En el caso que nos ocupa, y a sabiendas de que no se trata de la frente del emisor (el cacho e carne) sino del receptor, nos quedamos con afrentizaje.

1 comentario:

b. dijo...

(sobremesa fisica 05/2005) No me canso de decirlo, Emmet me cae muy simpático, pero más simpática me cae tu forma de admiración niñilmente inocente. No sé es muy coussy (si se escribe así o no o tengo idea, pero supongo que entenderás)