jueves, mayo 05, 2005

Tildé

De pronto, como un breve latigazo, mi nombre: Fritz estalló en el aula...

No, pero similar.

De pronto: plop. Mi cabeza se desconectó. Delante de mí, el monitor que me acompaña en las largas jornadas laborales. A mi derecha, Macanudo. En mis adentros, un cerebro que suma una ecuación irresoluble al sistema que ya procesa desde hace rato. Totalmente irresoluble. Nueve de la noche. Libertad. Buen libro. Hambre. Fulano sentado tratando de descular esa pantallita que el cliente quiere de otra manera.

Casi escucho el plop.

El cerebro intenta una explicación. Me quedé porque nadie me obligó a hacerlo. Porque en ese momento en que uno no tiene la obligación, en ese momento la tarea se hace placentera. Ya lo es desde un principio, pero el permiso de no realizarla la torna en tarea elegida. Tarea con la que jugar, total el tiempo es mío. Total el money does not rule.

Pero todo tiene su límite, porque cuanto más placer le saque hoy, más cansancio para mañana por la mañana, cuando al money se le llena la cabeza de rules.

El mejor extracto de libro que vi ayer en la feria:

- Tengo mil palomas
- ¿Mensajeras?
- No. No exagero. Son mil.

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