martes, enero 13, 2009

Manejo II

Otra maniobra de interés para el conductor metropolitano es la llamada "El guadañazo". Por alguna razón de la física de los fluidos discretos conscientes y de partículas ciegamente optimizadoras, el carril de la derecha avanza demasiado lento.

La respuesta: los malditos taxistas.

En fin. Debemos doblar a la derecha, pero si nos acomodamos una cuadra antes de la bocacalle de interés, tardaremos mucho en llegar. Entonces, nos alejamos hacia la izquierda. Uno o dos carriles. Los profesionales pueden incluso ir más lejos. Metros antes de la calle en la que debemos girar a la derecha, iniciamos la maniobra de aproximación infinitesimal para llegar al segundo carril. Si hay alta densidad de taxis, se puede aumentar el delta de aproximación por unidad de tiempo. Los taxistas harán como que no nos ven acercarnos, pero no nos chocarán. Con esto, estaremos en el segundo carril (comenzando de la derecha) peligrosamente cerca de la intersección.

En un rapto de audacia, elegimos el agujero más grande que haya en el flujo de los autos del carril más diestro. Una vez elegido, nos tiramos hacia él. Siempre con aproximación infinitesimal, pero de alto ímpetu. La mayoría de las veces, deberemos adelantar a un vehículo (probablemente lento) y girarle delante de sus perplejos ojos (con suficiente distancia, suficiente velocidad y suficietne luz de giro). La curva que dibujamos es una curva abierta, que peligra de estamparse con el cordón que queda a nuestra izquierda luego de doblar. Una especie de bola curva de pitcher beisboilsta. Funciona.

Esta maniobra la mayoría de las veces incomoda al copiloto y encierra al conductor vecino.
Lista de puntajes de maniobra:
  • Auto conducido por señora o auto con niños: 0 (cero) puntos
  • Auto caro con señor bigotudo de traje que habla por celular: 100 puntos
  • Colectivo: 200 puntos
  • Taxi: 1000 puntos
  • Taxi que se enoja: 5000 puntos
En caso de enguadañizar a un taxista, el sindicato me obliga a reducir la velocidad de mi maniobra, sólo con fines de impacientar al preto é amarelo.

En caso de encerrar a alguien que nos cae muy mal, se aconseja seguir la maniobra de un amable gesto con la mano que envíe el mensaje "gracias por su amabilidad". Esto no tranquilizará a la víctima pero anulará toda capacidad argumentativa de su parte. Esta maniobra discursiva aikidoka se llama "demotivación airado-airoso". La analizaremos oportunamente.

6 comentarios:

María Belén dijo...

qué tranquila me quedo de haberte elegido como futuro profesor de manejo! je

Racter dijo...

Estás en buenas manos. Estás con el ass del volante.

María Belén dijo...

je. eh.. pero en las academias de manejo están haciendo ofertas interesantísimas. no dudo para nada de su habilidad, señor. es sólo que no quiero que no quiero arriesgarme a chocar su auto.

Anónimo dijo...

genial. deberían enseñarlo para sacar el registro !

Racter dijo...

Si enseñaran a manejar para sacar el registro, estas maniobras se tornarían innecesarias.

Es una paradox. Como la del negocio de las grúas que te llevan cuando estacionás mal. Si logran su objetivo (extinguir todo ilícito de los conductores), el negocio se quiebra.

Hoja Mayor del Gomero dijo...

Le recomiendo esta maniobra:

Sitúese delante de un taxi, y comience a aminorar la velocidad, de a poco, pausadamente, hasta circular más lento que él. Haga de cuenta que no conoce la ciudad, mire a todos lados como si recién lo hubieran bajado después de haberlo abducido.

Espere las luces, puteada, bocinazo, etc etc.

Disfrute. Unos 5 minutos (por reloj) son suficientes.

No vengan con juicios morales a esto, que es un trabajador, que pobre tipo, etc etc etc, porque si la situación es inversa, el hijo de puta es el taxista. Que se supone que debe tener un registro de conductor con más exigencias que el nuestro.