viernes, abril 02, 2004

Más debeá

Acá hay un poco de conexto para el post anterior.

Una idea asaltó mi cabeza.
Podría decirlo más poéticamente, como Terry Pratchett: "En su estado semiindefenso, una idea que vagaba por las dimensiones, en busca de una mente donde echar anclas, se deslizó en su cerebro".

Me hallaba pensando en el debeá y en su sutil observación del fumigador con cara de superior tarea salvamundista, y enredepente encontré que quizás existiría una hermandad entre ellos. Imaginé al debeá con su propio cilindrito atado a su espalda atendiendo a los pedidos de desratizaciones y desempiojamientos de La Base De Datos.

Ambos saborean el mismo regustillo de poder absoluto en su terreno, y ambos llegan, arreglan y se piantan haciéndolo parecer tan fácil cuando no lo es. Ambos están en el grupo de riesgo de la Patología del Portero, que normalmente abusa de su absoluto poder en su ínfimo terreno. Al fumigueitor la patología le había llegado al rostro, en forma de mueca invisible. Al debeá lo veo como un poco más inmune. Quizás por la intrínseca complejidad del ladillaje digital.

Ojo. No se crean que los únicos que tienen patologías son los ultraespecialistas. El Hombre Común Sé Un Poco De Todo Dejá Que Lo Arreglo Yo tiene la patología contraria, cuyo nombre científico es no llames al podador de la palmera. Consiste en esquivar la conveniente especialización con el fin de ahorrar morlacks, a cambio de pérdidas astronómicas de tiempo y, en el caso específico de la palmera, ganar magullones por doquier.

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