martes, agosto 17, 2004

Sacudir el polvo

De chico junté autitos Tomica de colección y jueguitos Top Toys, y en general juguetes de todas clases. Los primeros comenzaban a juntar polvo cuando los más recientes acaparaban mi atención.

Más tarde junté disquetes con jueguitos de computadora. También grabé cassettes de música, y hoy copio cedés (¡shhh!).

Por momentos copio todo lo que se mueve, sin importar si la música me gusta o no. Por momentos me olvido y de nuevo comienzo a coleccionar polvo en lugar de música.

En breve me pondrán banda ancha y temo convertirme en una mula de descarga, como veo a muchos de mis amigos. Algunos con cierto criterio bajan cosas que luego ven o escuchan. Otros, más ansiosos, graban todo lo que se les menciona, para ver después. Un después que nunca llega. La pila de cedés empernados en el postecito del packaging bulk se agranda, y es un nuevo plano para la guerra de quién la tiene más larga.

Tengo varias cajas de zapatos llenas de disquetes, de la era en que fuimos cazadores-recolectores de software.

Los tiempos cambian. Hoy rejunto promesas de lectura. Se me empolvan antes de comenzar. Promesas de cinespectación. Quiero leerle el blog completo a esa minusa que escribe tan lindo, y a la otra loca, y a ese que pone un palíndromo diario, y al delirante, y al musical, y a los recomendados de segunda generación, y de tercera. Y me pregunto si el teorema del conocimiento global de orden seis es cierto (lo quise buscar en google y no aparecía, y hoy no tengo ganas de explicarlo). Ni hablo de libros en deuda.

Hay demasiada información. Ya no tiene sentido recolectar. Es la era del delete. Sobrevivirán los que borren, no los que recolecten. Nos arriesgamos a ser un director Skinner bajo la pila de periódicos. ¡Botaré la pelota hasta batir mi propio record!

El crecimiento es geométrico. Cuando pienso lo que quiero leer me espanto. Lo único que me tranquiliza es la promesa de una jubilación sin aburrimiento (¿habrán pensado lo mismo los que hoy se muestran sin interés en su terceridad?). Debo cuidarme la vista... aunque no creo que la necesite de aquí a unos años.

Por eso, amigos, tengan mi permiso para olvidarse de estos textos. Hay que elegir. La selección natural dirá quién continúa y quien no. Permítanse pasar este blog al olvido.

Yo no me voy a resingar, les aviso. Voy a usar todos los ardides para creerme que existo.

Primero que nada, como se habrán imaginado, estos escritos los uso como terapia. LA BORTERAPIA! Buuuu!

Luego, si llego a ver que nadie me visita, escribiré algunas palabras referentes al morbo y al oprobio para captar búsquedas de gúgle. Si eso no alcanzare, citaré blogs que ni conozco desde acá, para que los que le preguntan al TechnoRati entren a chusmear y queden pegados a mi inmundicia como moscas en el papel pegoteoso: ¡ja!
Y como último recurso, comenzaré a hacer comentarios en blogs que ni conozco, con tal de que los cuirosos gatunos me chusmeen a contramano.

Así que ya saben.

Creo que somos víctimas de la zozobra. Si los recursos fueran limitados, los usaríamos mejor. Como son gratis y generosos, se permite que yo escriba cosas que la gente lee. Y que el remilguacho brasileño que supo escribir palimpsessssto, en lugar de mi burrísimo palimpseto siga teniendo su pedorro blog a dos años de no escribir palabra. Igual, ya publicité un poco este blog, y el cambio de nombre no me vendría nada bien.

¿Estaremos buscando la trascendencia? ¡Qué espantosa forma de trascender!

Cuando fue el atentado en los trenes de Madrid, por encima del espanto que me produjo la masacre, hubo un detalle que me causó un desagrado terrible. Los celulares de las víctimas insistían en su desesperación, tocando toda clase de melodías, mientras los bomberos acumulaban cuerpos. La máquina trascendía al hombre, inútil a todo servicio. ¿Cuánto tiempo persistirán estos escritos si me cayera un aerolito ahora encima de la cabeza? ¿Blogger.com cambiaría de formas y lugares, y mantendría esta historia por los siglos de los siglos amén? ¿Seguirían comentando y verificando si pongo respuesta a sus chistes?

Lo mismo siento todas las noches al ver el parpadeo de mi identificador de llamadas. Titila la lucecita avisando que hay mensaje. En su voluntad inquebrantable de servicio, el aparechio me avisa, ciego, que le debo atención. Y no se cansa. Y no se cansaría durante más de un año incluso después de una potencial extinción de la raza humana por combustión espontánea. Le pondría todo su empeño, hasta morir estilo terminator uno, y su ojito se cerraría de a poco, su pulso mermaría su ritmo, y nunca sabría si cumplió su misión en vano.

Me fui al carajo.

No hay comentarios.: