martes, marzo 08, 2005

Día de

Antes odiaba los días de. Sobre todas las cosas, le quitaba absolutamente el consumo a los quiosqueros durante la semana de la dulzura, endulzado por la idea de que yo (piola de mí) discernía despiertamente que se trataba de un oculto y sutilísimo macabro plan de márquetin urdido por los que serían beneficiarios del amargo y vil metal, no de los dulces.

Ahora miro distinto. Ahora miro al "Día de" como una red de seguridad que me frenará de caer en un silencio bienal hacia alguno de mis seres queridos, o allegados aletargados. Quizás no me entero que es el día del deshollinador y por eso no saludo a mi deshollinador amigo, pero al menos hay un factor más que me enciende la alarma de hermetismo social.

Por suerte no tengo amigos arqueros.

Lo que sí me pudren son las discusiones sobre si debería existir el día de la mujer (ya que en un mundo igualitario no sería nesssario, blah) o si debería existir el del hombre (que al fin de cuentas tiene 364, calculo). La igualdad entre el hombre y la mujer no debe exceder ciertos límites. La idea es tener igualdad de oportunidades, igualdad de reconocimientos al trabajo y al esfuerzo. Igualdad legal. Dios me libre de los excesos tendientes a igualitar absolutamente todo. Sin llegar a la absurda idea de ofrecer cirugías gratis a todas las mujeres para que se implanten un pito las que quieran, ya me da terror imaginar que con el afán de evitar toda diferencia, las modelos de ropa se paseen por la pasarela usando el distinguidísimo caminar de los modelos masculinos.

Que pasen un lindo día recibiendo los saludos más cariñosos y tiernos de camioneros y jefes que el resto del año gritarán y pensarán (en el orden respectivo) ideas soeces referidas a los más carnales de los placeres inmediatos y precoces.

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